lunes, 21 de febrero de 2011

Modelos de hoy y de siempre



Lea T., rodeada de fotógrafos y periodistas en Brasil.

Los modelos de ahora, los conocidos, de los que todo el mundo habla últimamente, poco tienen que ver con los de antes.

Los 60 del siglo pasado tenían a la cándida, delgadísima y estilosísima Twiggy. Los 90, en cambio, se caracterizaron por presentar maniquíes exuberantes (con excepciones, que hablamos de moda, me refiero a la Crawford y compañía), con algún sonado escándalo o con cierta tendencia a la agresividad (alguna). Eso sí, todos ellos contaban con cuentas corrientes de vértigo.

Estas (y estos) modelos parecían, la mayor parte de las ocasiones, restar protagonismo a las prendas que debían exhibir.

A estas alturas del 2000 nos encontramos con supermodelos con vidas privadas, aparentemente, mucho más estables y tradicionales, algunas de ellas casadas y con hijos y otras que han realizado, según se ha dicho, actividades filantrópicas, llegando a invertir, incluso, parte de sus ganancias en ayudar al desarrollo de sus países.

Sin embargo, no todo parece ser tan ideal en la vida de algunos de estos profesionales de la moda. La tranquilidad de aquéllos contrasta con la tragedia personal de esos otros que se han quitado, supuestamente, la vida, según hemos podido saber, alguna vez, por los medios de comunicación.

Los top models masculinos/femeninos de antes (60-70-80-90...) nada nos hacen recordar a esos maniquíes con estudiado aspecto de efebo andrógino, a esas transexuales guapísimas o a aquellos albinos impresionantes que pululan todos ellos por portadas y pasarelas de medio mundo. Es más, una foto de alguno de estos junto, por ejemplo, a la supermodelo Kate Moss, como ya ha ocurrido, es garantía de éxito para la promoción de esa revista.

Son los nuevos supermodelos. Y han llegado para quedarse.

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